Edipo siguió su camino y llegó a la ciudad de Tebas, que se encontraba llena de turbulencias y desolación. El rey no había vuelto y la ciudad se hallaba sometida por la esfinge, un monstruo alado con cabeza de mujer y cuerpo de león, que aniquilaba a todos los que no sabían responder al enigma que proponía:
«¿Cuál es el animal que por la mañana camina con cuatro patas, al mediodía con dos y al atardecer con tres?»
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